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La semana pasada, aprovechando las Jornadas de Puertas Abiertas del Congreso de la Nación Española, fuimos con Frijolito (13 años) y Velocirraptor (11) a conocer ese sitio donde nosotros, el pueblo, a través de ellos, nuestros representantes, ejercemos nuestra soberanía.
El edificio es muy suntuoso y señorial. Con sus maderas nobles, sus terciopelos color burdeos y sus alfombras supermullidas que huelen a historia. Muy bonito.
Según entramos nos separamos los tres y buscamos sitio para sentarnos en un escaño e imaginarnos por unos segundos que éramos personas serias que tomábamos decisiones importantes.
- Buuuuuh... que te calles ya. - gritó Frijolito desde su sitio, al fondo a la derecha.
- ¡Que te calles tu! ¡Questoy hablando yo, mocoso impertinente!! - dije yo dando patadas a la tarima.
- ¡No teneis ni puta idea! ¡¡¡¡Pero ni puuuuuuuta ideeeeeeeeeeeeeaaaaa!!! - terció Velociraptor colgándose de la lampara.
- Que falta de respeto. ¡¡Ignorantes!!
- ¡A la mierda! ¡¡Iros todos a la mieeeerda!!
- ¡Soplagaitas! ¡Cantamañanas!!
-¡¡¡¡A laaaaa miiiiiieeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrdaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!
- Cobardes. Traidores. Asesinos... ¡Fuera de España!
- Bujarrones, tuercebotas, comemierdas, culorrotos... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Fuera del planeeeeeeeeeetaaaaaaaaaaaaaaaaa !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Al final, cuando los chavales estaban ejerciendo su derecho de apalear a un par de ancianas que escupían a otro viejo que pasaba por allí, los guardias nos invitaron amablemente a abandonar el recinto.
¡Que poca cultura democrática!
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Más tolerancia y cultura democrática aquí.
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