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En la casa de mis padres siempre hubo muchos animales. Recuerdo, cuando yo era pequeño, una perra, dos gatos, una gata, un corderito (por cierto, que bueno era… y que bueno estaba!), un loro, seis gallinas, cuatro pollos y 3 canarios. Aparte de mis padres, mi hermano, mis abuelos maternos y yo, claro está.
Justamente recuerdo todavía una conversación entre mis abuelos que en su momento me hizo mucha gracia.
Abuela – ¡Hay que ver lo contenta que se pone la perra cuando llueve!
Abuelo – Y tu…¿Cómo puedes saber lo que piensa la perra? Tu no eres perra.
Abuela – Tu no eres yo. ¿Cómo puedes pretender saber lo que sé o ignoro?
Abuelo – Es cierto que no soy tu. Pero si sé que no eres una perra. ¿O si?
Abuela – Pero al preguntarme como puedo saber lo que piensa la perra has dado por hecho de que yo conocía la respuesta…¿Verdad?
Abuelo – Vale. ¿Por qué creías que la perra estaba contenta?
Abuela – Porque movía la cola.

Fin de la historia.
Yo tampoco le encuentro la gracia.
Lo siento.

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8 comentarios

matt -

ok! allá voy ^_^

nadie -

Matt, si lees el post con acentu galego entenderás de donde eran mis abuelos.

matt -

en tu casa son chinos o qué?
buena reelavoración^^ de taoismo y de cachondeo padre!!

está muy bien, siempre paso por aquí, hasta luego

son -

ohh, me pongo de parte de tu abuela, qué lista ella!!

Eride -

¿En tu casa tocar los pendulines es cosa de hombres? Curioso, tú... en la mía viene por rama materna. Generaciones y generaciones de incordiantes artesanas.

maray -

Quién sale a los suyos, no degenera. ( algo que se dice aqui y me acorde ahora, no sé porque...)

nadie -

No hubo maldad. Sólo hambre.

kaperuzita -

pues a mí me parece una historia genial, salvo lo de que se comiera a su propio Norit, me parece ud. de lo más malvado