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Todos los veranos desde que yo tengo memoria hasta los 11 o 12 años los pasábamos en la playa con mi hermano Miguel y mis padres. Ibamos a los mismos apartamentos todos los años. Desde que terminaban las clases hasta que volvían a empezar. Veranos largos y aburridos donde hacíamos cualquier cosa para entretenernos.
Uno de los juegos que recuerdo se llamaba "siervo, señor y verdugo". Se juegaba entre tres personas y sólo se necesitaban un par de chanclas por jugador. Ideal para jugar en la playa.
¿Como se jugaba? Muy fácil, cada uno tiraba sus chanclas con fuerza hacia el cielo, si cuando caían quedaban boca abajo eras el siervo, si quedaban boca arriba eras el señor y si quedaban una para cada lado eras el verdugo. Si había algún empate se volvía a tirar.
Entonces el señor decidía un castigo que el verdugo debía aplicar al siervo. Normalmente eran golpes con las mismas chanclas en las palmas, la cabeza, el culo, la barriga o los huevos. El siervo debía aceptar el castigo sin protestar y era obligación del verdugo aplicarlo sin saña pero con rigor. Estaba absolutamente prohibido abandonar el juego, salvo que fuera por común acuerdo de todos los participantes o porque nos viniera a buscar algún padre. Y por supuesto, también estaba prohibido contarle nada a nadie.
Yo como señor creo que fuí duro e imaginativo pero nunca vengativo, como verdugo rápido e imparcial y como siervo... nunca lloré.
Uno de los juegos que recuerdo se llamaba "siervo, señor y verdugo". Se juegaba entre tres personas y sólo se necesitaban un par de chanclas por jugador. Ideal para jugar en la playa.
¿Como se jugaba? Muy fácil, cada uno tiraba sus chanclas con fuerza hacia el cielo, si cuando caían quedaban boca abajo eras el siervo, si quedaban boca arriba eras el señor y si quedaban una para cada lado eras el verdugo. Si había algún empate se volvía a tirar.
Entonces el señor decidía un castigo que el verdugo debía aplicar al siervo. Normalmente eran golpes con las mismas chanclas en las palmas, la cabeza, el culo, la barriga o los huevos. El siervo debía aceptar el castigo sin protestar y era obligación del verdugo aplicarlo sin saña pero con rigor. Estaba absolutamente prohibido abandonar el juego, salvo que fuera por común acuerdo de todos los participantes o porque nos viniera a buscar algún padre. Y por supuesto, también estaba prohibido contarle nada a nadie.
Yo como señor creo que fuí duro e imaginativo pero nunca vengativo, como verdugo rápido e imparcial y como siervo... nunca lloré.
17 comentarios
nadie -
abducida -
nadie -
Con Bush y compañía no hay suspense, todos sabemos lo que va a pasar.
Eride -
Hay que estar con los tiempos, chaval...
Daniel -
Ya te he añadido a los enlaces de mi blogi.
Felcitaciones
;)
http://dmx.blogsome.com
Domenico -
nadie -
Me lo voy a pensar.
Domenico -
nadie -
Domenico -
nadie -
elprincipito -
Domenico -
nadie -
Domenico -
nadie -
Aunque mi psiquiatra no opine lo mismo.
monica -