Como algunos de vosotros ya sabéis, yo de pequeño ayudaba a mi padre en la gasolinera donde trabajaba. Su turno empezaba a las 5 de la mañana y casi nunca salía hasta las 10 de la noche. La famosa jornada intensiva. Por eso cuando yo salía del colegio hacía los deberes en su escritorio mientras el dormía una especie de siesta en un cuartito secreto que teníamos. Era mi forma de ayudarle.
Tengo que decir que por la tarde en aquel barrio no se movía ni dios. Sólo se oía el cri-cri de alguna chicharra, el traqueteo apagado de un tren que pasaba a unos dos o tres kilómetros y alguna radio si era tarde de futbol.
Volviendo a mi padre, recuerdo que me llamaba mucho la atención el hecho de que cuando se tumbaba entrelazaba las manos sobre su barriga y se quedaba inconsciente en dos o tres segundos. Como cuando un mago hipnotiza a alguien: Un-dos-tres ¡Ya! Automático. Yo le pasaba la mano por delante de los ojos para cerciorarme. Profundamente dormido.¡Increíble!
Y luego estaba el tema de la posición. Dormía con las manos cruzadas sobre el pecho o la barriga y no movía ni un músculo hasta que se despertaba. Como Nosferatu. En aquel entonces Nosferatu era mi única referencia del mundo de los muertos.
Pero eso no era lo que yo quería contar.
Una tarde, buscando debajo del catre de mi padre, donde yo escondía las revistas guarras, encontré una caja vieja de zapatos. La abrí y vi una pistola y otra caja más pequeña con un puñado de balas. La pistola era negra metalizada, con la culata marrón. Las balas doradas rojizas como el primer sol de la mañana.
Era la primera vez que veía un arma en la realidad. Es decir, en la realidad fuera del televisor. Me imagino que habré abierto los ojos como dos platos. Después de comprobar que mi padre seguía muerto, o sea dormido, cogí la pistola. Tuve que usar las dos manos, nunca pensé que pesara tanto. Casi no podía sostenerla. Intenté apuntar a algo. Al calendario del taller mecánico con la rubia tetona, al calendario de la verdulería con la virgen María Sudaba como un pollo y me temblaban los brazos y todo el cuerpo. Intenté apuntarme a mi mismo, como en Taxi driver, aunque yo todavía no la había visto.
Después volví a dejar todo en su sitio, busqué otro escondite para las revistas porno y seguí haciendo los deberes.
Tengo que decir que por la tarde en aquel barrio no se movía ni dios. Sólo se oía el cri-cri de alguna chicharra, el traqueteo apagado de un tren que pasaba a unos dos o tres kilómetros y alguna radio si era tarde de futbol.
Volviendo a mi padre, recuerdo que me llamaba mucho la atención el hecho de que cuando se tumbaba entrelazaba las manos sobre su barriga y se quedaba inconsciente en dos o tres segundos. Como cuando un mago hipnotiza a alguien: Un-dos-tres ¡Ya! Automático. Yo le pasaba la mano por delante de los ojos para cerciorarme. Profundamente dormido.¡Increíble!
Y luego estaba el tema de la posición. Dormía con las manos cruzadas sobre el pecho o la barriga y no movía ni un músculo hasta que se despertaba. Como Nosferatu. En aquel entonces Nosferatu era mi única referencia del mundo de los muertos.
Pero eso no era lo que yo quería contar.
Una tarde, buscando debajo del catre de mi padre, donde yo escondía las revistas guarras, encontré una caja vieja de zapatos. La abrí y vi una pistola y otra caja más pequeña con un puñado de balas. La pistola era negra metalizada, con la culata marrón. Las balas doradas rojizas como el primer sol de la mañana.
Era la primera vez que veía un arma en la realidad. Es decir, en la realidad fuera del televisor. Me imagino que habré abierto los ojos como dos platos. Después de comprobar que mi padre seguía muerto, o sea dormido, cogí la pistola. Tuve que usar las dos manos, nunca pensé que pesara tanto. Casi no podía sostenerla. Intenté apuntar a algo. Al calendario del taller mecánico con la rubia tetona, al calendario de la verdulería con la virgen María Sudaba como un pollo y me temblaban los brazos y todo el cuerpo. Intenté apuntarme a mi mismo, como en Taxi driver, aunque yo todavía no la había visto.
Después volví a dejar todo en su sitio, busqué otro escondite para las revistas porno y seguí haciendo los deberes.
29 comentarios
nadie -
Mas guarro no se me ocurre nada.
venganza morena -
Ella y su orgía -
nadie -
nadie -
Taliban freudiano -
nadie -
Kaperuzita -
Nadie, ni tú ni yo vamos a ganar el concurso, aunque somos los mejores
nadie -
maray -
Pa ti una música de mi tierra: "ninguém me ama, ninguém me quer...ninguém me chama de seu amor..."
abrazos
venganza morena -
Domenico -
nadie -
Domenico -
nadie -
Kaperuzita -
y si te has olvidado de lo que ibas a decir es que sería mentira
principito, muy bueno lo de nadie es perfecto
nadie -
Y ya he visto que estás calentita, he querido dejarte un post en tu blog pero tiene un cupo máximo. Menuda mierda. De cualquier manera ya me he olvidado lo que te iba a decir.
Kaperuzita -
elprincipito -
Por lo tanto debe tener los 2 sexos a la vez. O más.
Domenico -
nadie -
Ella y su orgía -
Ella y su orgía -
Ella y su orgía -
Un beso.
nadie -
Kaperuzita -
y a ti haber pegado un tiro a uno de esos calendarios
qué pena que no lo hicieras, habría dado más juego que lo de las revistas porno que, por otro lado, no me parece para tanto
besos helados
nadie -
Y se que esto va a dar mucho juego a los talibanes psicológicos.
XXX -
Domenico -