La escuela infinita
Carlitos descubrió que la escuela era infinita aquella tarde de otoño en que intentó escapar. Recorrió pasillos, cruzó patios, subió y bajó escaleras, cruzó el gimnasio decenas de veces… caminó durante horas (tal vez días) y nunca encontró la salida. Era un laberinto y estaban atrapados. Se lo dijo a sus compañeros, pero estos no lo entendieron.
- Esto es una trampa. Nunca podremos salir de aquí. – dijo.
- ¡Estás como una cabra! ¡Déjanos en paz! – le contestaron.
Entonces sospechó que para que el laberinto fuera perfecto era necesario que los que lo habitaban no tuvieran conciencia de él. Las conductas de sus amigos se repetirían una y mil veces, pero ellos nunca lo sabrían. Que ingenuos. Lo pobres actuaban como si realmente fueran ellos los que decidieran sus propias acciones. Incluso algunos de los personajes de esta farsa (los “maestros” y el “director”) intentaban hacerles creer que todo aquello tenía un propósito, que todos sus esfuerzos tenían sentido porque eran la preparación para una vida “fuera” de la escuela.
Pero no fue así. Ahora lo sabe.
Cuando, después de muchos años, por fin pudo salir de aquel edificio comprobó que se encontraba dentro de una escuela aún más grande y sutil, que ocupaba toda la ciudad, o todo el país, o todo el mundo. Quien sabe.
14 comentarios
vireta -
Deyector -
maray -
la sombrilla insolada -
la sombrilla insolada -
la sombrilla insolada -
carlos -
en cierta parte de tu relato, el yo carlitos, hacía lo mismo que ícaro y me marchaba del cole, del país, del mundo...
*
el Che -
Ánimo, están a punto de rendirse.
nadie -
¿Tú a que escuela fuiste?
Borjo -
jajajajajajajjaja
XD
vireta -
(esto lo has escrito tu???))) no suena a tuyo.. fijate...
Borjo -
XD
kaperuzita -
hay que joderse
besos+deberes hechos
Nuala -
Somos los ladrillos que construyen nuestra propia cárcel.