Dicen las malas lenguas que cuando finalmente se hundió La Perla Negra (azote de los mares, pesadilla del Caribe) toda su tripulación se fue con ella al fondo del mar.
Pero la realidad fue bien distinta.
En los últimos años, casi todos aquellos fieros piratas, hartos de aventuras y tesoros, se habían ido pasando a la vida civilizada. Poco a poco.
Un día, por ejemplo, uno de ellos bajaba en un puerto cualquiera, para arrancarse una muela o ver una mujer, se quedaba un par de noches, una semana y finalmente echaba raíces. Con el paso del tiempo era casi imposible diferenciar entre un viejo bucanero y un honrado comerciante de toda la vida.
Salvo por un pequeño detalle.
Aunque pasaran los años, aquellos viejos piratas seguían mascando aquel amargo tabaco que traían de Jamaica. El tabaco de la Blue Montain. De esta manera, los antiguos camaradas se reconocían entre si en cualquier parte del mundo y en cualquier circunstancia. Sólo tenían que mostrar los dientes.
En Guinea, Sydney, Cabo Verde o el Río de la Plata, podías ser tabernero, curandero o vendedor de ultramarinos, daba igual Si tenías los dientes azules eras uno de los nuestros.
500 años después, otro pirata inventó un chisme para que cualquier aparato del mundo reconozca a otro sin estar conectados. Para que un teléfono, por ejemplo, se conecte por la simple cercanía con un ordenador, o con un coche, o con una tostadora, o con un robot. Y a este cacharrito lo llamó bluetooth.
Venía yo esta mañana, en el tren, pensando en estas cosas, cuando giré la cabeza y me fijé en una niña que en ese mismo instante levantó su cabeza y me miró.
Nos miramos.
Entonces yo le mostré mis colmillos azules. Sonreí con mi mejor sonrisa pirata. Y ella me vió Pero apresuradamente bajó la vista e hizo como que seguía completando su sudoku .
No sé. O no veníamos del mismo barco, o ella ya se había olvidado.
Que pena.
Pero la realidad fue bien distinta.
En los últimos años, casi todos aquellos fieros piratas, hartos de aventuras y tesoros, se habían ido pasando a la vida civilizada. Poco a poco.
Un día, por ejemplo, uno de ellos bajaba en un puerto cualquiera, para arrancarse una muela o ver una mujer, se quedaba un par de noches, una semana y finalmente echaba raíces. Con el paso del tiempo era casi imposible diferenciar entre un viejo bucanero y un honrado comerciante de toda la vida.
Salvo por un pequeño detalle.
Aunque pasaran los años, aquellos viejos piratas seguían mascando aquel amargo tabaco que traían de Jamaica. El tabaco de la Blue Montain. De esta manera, los antiguos camaradas se reconocían entre si en cualquier parte del mundo y en cualquier circunstancia. Sólo tenían que mostrar los dientes.
En Guinea, Sydney, Cabo Verde o el Río de la Plata, podías ser tabernero, curandero o vendedor de ultramarinos, daba igual Si tenías los dientes azules eras uno de los nuestros.
500 años después, otro pirata inventó un chisme para que cualquier aparato del mundo reconozca a otro sin estar conectados. Para que un teléfono, por ejemplo, se conecte por la simple cercanía con un ordenador, o con un coche, o con una tostadora, o con un robot. Y a este cacharrito lo llamó bluetooth.
Venía yo esta mañana, en el tren, pensando en estas cosas, cuando giré la cabeza y me fijé en una niña que en ese mismo instante levantó su cabeza y me miró.
Nos miramos.
Entonces yo le mostré mis colmillos azules. Sonreí con mi mejor sonrisa pirata. Y ella me vió Pero apresuradamente bajó la vista e hizo como que seguía completando su sudoku .
No sé. O no veníamos del mismo barco, o ella ya se había olvidado.
Que pena.
12 comentarios
nadie -
Anónimo -
Te informo que detrás de NADIE hay un importante equipo de investigación que día y noche está buscando información que pueda ser de interés para vosotros y para el progreso general de la humanidad.
De cualquier manera, cuando no encontramos ningún material interesante, tengo que reconocer... que me invento algunas cosas.
matthew -
nadie -
Pensándolo bien, tal vez sean ellos los piratas del siglo XXI.
la sombrilla insolada -
(y si me pongo seria, reconozco que casi aplaudo cuando he leído el artículo de hoy)
maray -
nadie -
carlos -
* *** ** * * * * *** * ** * ** * * * ** * * * ** * ** * ** * * ** * ** * ** * ** *
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carlos -
la metáfora del bluetooth genial, y tendremos que viajar más en vagones atestados para tener ideas geniales.
por cierto que lo mejor de esos encuentros era cuando intentabas sonsacarle el mapa del tesoro sin extraerle los ojos.
O lo mejor la chica oculta algo... y el sudoku es parte del mapa.
yo la emboscaria mañana temprano.
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nadie -
monica -
vireta -