Blogia
. . .

medicina preventiva

––––––

––––––

Mi hermano pequeño es ateo practicante.
Aquel año volviendo de un viaje por mar, en algún punto cerca de Gambia, su barco se hundió. Lo buscamos desesperadamente durante meses pero al no encontrarlo finalmente lo dimos por muerto.
Pero varios años después apareció con vida en una pequeña isla que, ya lo habréis adivinado, no figuraba en los mapas.
Se había apañado muy bien. Construyó una casa con muros de adobe y techo de hojas de palmera, un estanque para almacenar agua de lluvia, una empalizada para protegerse de las fieras, un corral para las cabras y una pequeña capilla con un altar.
Cuando le pregunté para que construyó la capilla me explicó:
-Para no ir. Claro.

- - - . . . - - -

- - - . . . - - - Hace muchos, muchos años, yo compartía piso con un viejo sordo y otro parapléjico. Como algunos de vosotros sabéis yo soy ciego de nacimiento, así que entre los tres formábamos una extraña familia, digamos que... nos complementábamos.
Pues estaba yo aquella noche tomándome un café sin cafeína y fumando un cigarrillo sin nicotina mirando el paisaje por la ventana. Me entretenía mirando los arboles sin raíces y contemplando como las urracas sin alas llevaban comida a sus hijos sin pico cuando de pronto vi una cabra sin patas comiéndose las flores de mi jardín de arena. Enfurecido, cogí mi fusil sin cañón y la maté.
Cuando estaba cavando el pozo para enterrar al animal empezaron a pasar algunas cosas raras. De mi propio jardín empezó a brotar petróleo blanco. Fui corriendo a coger un cubo y una fregona para arreglar aquel desastre, pero con tan mala suerte que una serpiente sin cabeza me mordió en el cubo y éste empezó a desangrarse. Mientras intentaba en vano cortar la hemorragia, un río sin agua se desbordó y se llevó todo por delante.
-¡Socorro! ¡Socorro! ¡La cabra muerta se ahogará en el río sin agua!
A esta llamada desesperada contestó mi amigo sordo que fue a buscar a mi amigo paralítico. Éste, valientemente se arrojó al río sin agua y se puso a nadar para salvar a la cabra muerta que se iba a ahogar.
En aquel preciso instante apareció nuestro vecino mudo, que gritó:
-¡No os preocupéis! ¡Dejadme a mí!
Y fué y rescató a la cabra y le hicimos el boca a boca y resucitó.
Entonces la cabra muy enfadada se puso a insultar y a dar patadas a todo el mundo y dijo:
-¡Todo es mentira! ¡Pura mentira!
Y todo desapareció. Que pena.

- - - . . . - - -

- - - . . . - - - Hace muchos, muchos años, yo compartía piso con un viejo sordo y otro parapléjico. Como algunos de vosotros sabéis yo soy ciego de nacimiento, así que entre los tres formábamos una extraña familia, digamos que... nos complementábamos.
Pues estaba yo aquella noche tomándome un café sin cafeína y fumando un cigarrillo sin nicotina mirando el paisaje por la ventana. Me entretenía mirando los arboles sin raíces y contemplando como las urracas sin alas llevaban comida a sus hijos sin pico cuando de pronto vi una cabra sin patas comiéndose las flores de mi jardín de arena. Enfurecido, cogí mi fusil sin cañón y la maté.
Cuando estaba cavando el pozo para enterrar al animal empezaron a pasar algunas cosas raras. De mi propio jardín empezó a brotar petróleo blanco. Fui corriendo a coger un cubo y una fregona para arreglar aquel desastre, pero con tan mala suerte que una serpiente sin cabeza me mordió en el cubo y éste empezó a desangrarse. Mientras intentaba en vano cortar la hemorragia, un río sin agua se desbordó y se llevó todo por delante.
-¡Socorro! ¡Socorro! ¡La cabra muerta se ahogará en el río sin agua!
A esta llamada desesperada contestó mi amigo sordo que fue a buscar a mi amigo paralítico. Éste, valientemente se arrojó al río sin agua y se puso a nadar para salvar a la cabra muerta que se iba a ahogar.
En aquel preciso instante apareció nuestro vecino mudo, que gritó:
-¡No os preocupéis! ¡Dejadme a mí!
Y fué y rescató a la cabra y le hicimos el boca a boca y resucitó.
Entonces la cabra muy enfadada se puso a insultar y a dar patadas a todo el mundo y dijo:
-¡Todo es mentira! ¡Pura mentira!
Y todo desapareció. Que pena.